martes, 26 de abril de 2011

Los valores de los niños no vienen de... París

Amando Vega

“Solo hay una cosa que no perdonaré a mi padre: que no me haya enseñado a ser un cabrón”, me decía no hace mucho un compañero. “Es difícil triunfar en la vida si uno actúa desde la valoración y el respeto a los demás”, comentaba. Sin embargo, todos hablamos de valores, aunque posiblemente con perspectivas muy diferentes. “Todo cabe en la ética de amplio espectro” (M. Benedetti).

Cualquier discurso, proyecto o empresa que pretenda tener éxito ha de mostrar su compromiso con los valores, la ética o la moral. Y se habla de nuevos valores, de ética universal, de la crisis ética, de criterios éticos, de valores de futuro, de ética empresarial…

Pero, ¿qué hay detrás?

No caben ahora muchas disquisiciones, aunque sí conviene refl exionar sobre lo que sucede en nuestro entorno más próximo, como puede ser la escuela. El estudio del Ararteko (2009) sobre la transmisión de valores a los menores puede servirnos de referencia a los que estamos comprometidos con la educación. Las conclusiones no dejan de ser preocupantes: aumenta el rechazo de los escolares a las personas diferentes.

Los datos son claros: el 30% de los niños de entre 8 y 10 años prefi ere que no haya inmigrantes en su clase, el 43% rechaza la contemplación de dos personas del mismo sexo besándose; un 16% considera, además, que los niños con discapacidad deben jugar entre ellos, y el rechazo hacia el colectivo gitano también es muy elevado. Los porcentajes empeoran con la edad, y son mayores entre los niños de 10 a 12 años. El informe se basa en las respuestas ofrecidas a un cuestionario por casi 2.000 escolares de una franja de edad de entre los 8 y los 16 años. También se han tenido en cuenta las opiniones y propuestas de varios grupos de discusión, integrados por los propios adolescentes, padres, profesores y otros profesionales de la educación.

En la escuela los niños comienzan a interiorizar algunos valores básicos como la solidaridad. La mayoría del alumnado de 8 a 10 años ayuda a los niños y niñas cuando están tristes, piensan en compartir sus cosas con quienes tienen menos y sus juegos no se circunscriben a su grupo de amigos exclusivamente. Sin embargo, no faltan confl ictos. Cuatro de cada diez escolares manifi estan haberse burlado, reído o insultado a compañeros y compañeras; una tercera parte señala que se ha pegado con compañeros; una cuarta parte, que ha impedido que juegue con él, de modo que aísla al niño o niña con quien no quiere estar; y ciframos en el 10% aquellos que dicen haber amenazado a otros u otras para obligarles a hacer cosas que no querían. El género marca diferencias, aunque tampoco son comportamientos radicalmente distintos.

Las chicas parecen optar por la burla y el insulto más que los chicos, mientras que estos resuelven sus conflictos mediante la agresión física. Las proporciones son elevadas, y llevadas a etapas superiores manifestarían una situación de confl ictividad muy elevada y de mayor gravedad.

Hay que favorecer la inclusión y la diversidad en todos los centros, recomienda el Ararteko.

El respeto a todas las personas por encima de sus diferencias de sexo, origen, etnia, discapacidad, orientación sexual o cualquier otra circunstancia constituye un principio educativo básico. La superación de estereotipos y prejuicios solo es posible si se posibilita el conocimiento mutuo y la interacción entre diferentes, lo cual exige que los centros recojan la diversidad social del entorno y eviten cualquier tipo de segregación.

Son datos a tener en cuenta. Pero más allá de la familia y la escuela, existen otros agentes de socialización. La escuela no es un espacio que pueda considerarse, por aislado, ajeno a las fuerzas globales que presionan hacia determinadas lógicas de currículo, a unas condiciones y al propio contenido del trabajo docente, sin olvidar la crisis económica, el consumismo, la inseguridad laboral... El mercado manda, incluso en el sistema educativo, protegido por instituciones internacionales no dedicadas precisamente a promocionar los derechos de las personas. La escuela transmite y refuerza, de forma más o menos explícita, los valores como el individualismo, la competitividad y la insolidaridad, la igualdad formal de oportunidades y la desigualdad natural de resultados en función de capacidades y esfuerzos individuales, el culto a la apariencia, el consumismo... Por desgracia, las palabras comunes en nuestra vida cotidiana: corrupción, paraíso fi scal, dinero negro, benefi cio, soborno, opacidad y escándalo, como señala el manifi esto ‘Otra política y otros valores para salir de la crisis’.

Los valores que dominan en la sociedad actual no son los que la educación defiende. ¿No estará aquí la explicación de los antivalores que ya aparecen en escuela, a pesar de que todavía estemos con menores? Basta observar el entorno más cercano y tomar nota de los valores que regulan la comedia política, el espectáculo mediático, la corrupción económica, el mercadeo en la investigación, la ayuda al subdesarrollo, la defensa de la paz con la violencia, etc.

Por esto, lo mejor es seguir hablando de valores o de ética en abstracto, sin analizar la propia responsabilidad en la falta de respeto de los menores al diferente.

Para cualquiera resulta molesto y comprometedor contrastar lo que se hace y lo que se dejar de hacer, lo que se habla y lo que se calla, lo que se escribe y lo que se deja en el tintero.

Los valores no dejan de ser palabras huecas cuando no echan raíces profundas en las actuaciones cotidianas de las personas. Habrá que recordar la banalidad del mal, tan finamente analizado por H. Arendt.

Los valores se aprenden en la vida, desde pequeños, en contextos respetuosos para las personas y sus derechos. Por esto habrá que enseñar a los niños a desaprender esas conductas negativas, aprendidas de los mayores, en ambientes en los que la discriminación se ejerce y se sufre de múltiples maneras.

REFERENCIAS:

Ararteko (2009), La transmisión de valores a menores. Vitoria, Ararteko. http://www.ararteko.net/RecursosWeb/ DOCUMENTOS/1/1_1703_3.pdf

Brown, B. (2009), Desaprender la discriminación en Educación Infantil. Madrid, Morata, 2009.


* Catedrático de Educación Especial de la Universidad del País Vasco

Fuente: Revista Escuela diciembre 2009

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